Temes lo que puede traerte el mañana?

No te adhieras a nada, no interrogues a los libros ni a tu prójimo.

Ten confianza;

de otro modo, el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones.

No te preocupes por el ayer: ha pasado...

No te angusties por el mañana: aún no llega...

Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza:

tu única posesión es el instante

Omar Khayyam Rubahyiat

viernes, 28 de noviembre de 2014

El chico de 1 y 60

Diariamente me preguntaba: ¿Vale la pena sufrir por este amor que no me pertenece? Sabía perfectamente la respuesta y también era consciente que lo prohibido tiene un sabor especial. Era una locura cargada de deseo y pasión aferrarme a este amor vedado que, con el tiempo, se me hacía imposible conservarlo arcano.
De ningún modo en mi vida cavilé vivir instantes saturados de intensidad en los cuales este chico de 1 y 60 me diría cosas tan hermosas. Todavía repaso aquellas encantadoras oraciones como si fueran un eterno eco que se hace presente en mi corazón.
Inmortalizo ese fugaz minuto donde confesó que sentía sensaciones que creía haber perdido; que le devolví la sonrisa; las ganas de estar bien en una relación. Sentir ese calor correr por mis venas era considerar una minúscula posibilidad, aunque en el mundo real no lo fuera.


Que este chico de 1 y 60 haya exteriorizado que soy lo más hermoso que  experimentó en mucho tiempo, era sentir que mi cuerpo levitaba entre nubes y  mi corazón se llenaba de felicidad y ternura en estado puro.
Le resultaba magnífico vivenciar lo que nos pasaba cuando estábamos juntos; en consecuencia, este sueño se tornó en un martirio porque no teníamos dominio de este amor; porque este dominaba todo.
Pero hubo dos palabras que hicieron que deje de lado lo furtivo y lo extático y que solo lo mirara a los ojos, lo abrace y lo bese como si el mundo se extinguiera en segundos. Mi cuerpo exigía de él y de esa imagen auditiva en todo momento, era una necesidad sublime. Todo ello generó un simple “Te quiero”.
Aunque ya no estemos juntos y hayamos tomado caminos diferentes, el chico de 1 y 60 valió la pena y sé que nos empeñamos para que esta historia prohibida así lo fuera.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Yo quiero ser una chica Almodóvar


Yo quiero ser una chica Almodóvar, aunque no practique facetas de histrión ni helaria. ¿Ser despreciable?,  tal vez lo sea y marginal también. Pero mal de amores y amantes pasajeros seguro que alguna oda habrá en mi haber.
Anhelo ser una chica Almodóvar y poseer mis años de magnificencia en la década de los 80s, donde la movida under era signo de lo novedoso y vedado. Y experimentar mis excéntricas vivencias de pasión de cualidad vertiginosa y retorcida.
Usar tacos agudos y minúscula vestimenta aunque jamás las haya visto; y tener un amante en cada pueblito madrileño, simplemente para darle color a mi decadente y gris juventud. Refugio de aquellas mujeres al borde de un ataque de nervios…
No quiero finales radiantes porque así sé que puedo ser feliz.  Persigo ser una chica Almodóvar e inmortalizarme por renunciar a hombres y procurar que esos sucesos hayan sido mi mayor logro.  Del mismo modo encontrar la ley del deseo.
Me obsesiono con cada imposible y me fosilizo con cada fracaso. Mis argumentos, por su parte, son volcánicos y sé que se desviven por oírlos. Insólita, compleja y linda por demás, busco una alternativa feroz y  encantadora a la vida. No obstante,  ésta ya no me sorprende.
Posiblemente, experimente vicios y adicciones por voluntad propia y porque  me desespera no tener éxito profesional, envejecer y perder familiares por causas de regicidio.
Quiero ser una Chica Almodóvar porque cuanto más me parezco a lo que soñé, más auténtica voy a ser.